La zanahoria, siempre actriz de reparto

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Ingrediente infaltable en salsas, estofados, ensaladas y sopas. Aunque pocas veces es la protagonista, su discreta presencia aporta color, sabor y vitaminas.

Las zanahorias proceden de la región de Afganistán, aunque ya se cultivaba en la cuenca del Mediterráneo unos 2000 años AC. Los epicúreos romanos apreciaban esta raíz de intenso color anaranjado que aderezaban con garum, una salsa hecha con vísceras de pescado secadas al sol que constituía la quintaesencia del sabor y que acompañaba los mejores platos.
Los árabes la aderezaban con comino y aceite de oliva, fórmula aún vigente en los países del Magreb.

Con el paso del tiempo, la zanahoria perdió protagonismo ya que, por tratarse de una hortaliza que crecía bajo tierra, se consideraba impura y poco adecuada como alimento de las clases privilegiadas. Habría que esperar la llegada del siglo XVII para que irrumpiera en las cocinas de las casas nobles emboscada con otros productos de la huerta que se pusieron de moda entre la aristocracia.

Variedades
La zanahoria es una planta bianual, resistente a las heladas que tarda unos 100 días en alcanzar su desarrollo. Existen muchas variedades, de color rojizo o anaranjado que se clasifican según su tamaño.

Las zanahorias más frescas son las que se venden con sus hojas, ya que cuando se van a almacenar se les retiran para que se conserven durante más tiempo sin que pierdan propiedades. Al adquirirlas hay que elegir las que tienen la piel brillante, sin manchas negras y con la carne firme. Se pueden conservar fuera de la heladera durante varios días.

Entre sus propiedades medicinales, se le atribuye ayuda para proteger las arterias, aumentar la imunidad y combatir infecciones. Sus fibras ayudan a reducir el colesterol malo en la sangre y proteger contra dolencias degenerativas en los ojos, como las cataratas. En jugos, resulta eficiente en el combate de cólicos renales y en la eliminación del exceso de agua en el organismo.

En su mayoría contiene agua, pero 100 g de esta hortaliza aportan 0,9 gramos de proteínas, 7,3 gramos de hidratos de carbono y 0,2 gramos de grasas, además de fibras, y vitaminas A, C y E.

La vitamina A es necesaria para el desarrollo y conservación de los huesos, mejora la visión, mantiene la piel saludable, ayuda en el funcionamiento de todos los tejidos, previene enfermedades respiratorias y el cáncer.
Se encuentra en productos de origen animal como el pescado, el hígado y el queso y en todas las frutas y verduras, en especial en las zanahorias, espinacas, tomates, apio, melón, mangos, peras, sandía.

La vitamina E, es antioxidante, alivia la fatiga, previene y disuelve coágulos sanguíneos, protege a los pulmones de contaminantes ambientales, ayuda den la cicatrización de quemaduras y previene calambres y anemia.
Proviene de los aceites de maíz, girasol y de la palta, brócoli, espinacas, zanahorias, espárragos, manzanas, bananas, tomates, ciruelas y otros.

Su valor energético es de 33 calorías por 100 gramos.
El betacaroteno de la zanahoria combate los radicales libres y favorece la producción de la melanina, responsable del bronceado de la piel.

Dato curioso

La zanahoria contiene carotoxina, un veneno nervioso. Y junto con la nuez moscada y la pimienta negra, poseen una cierta proporción del alucinógeno miristicina.

Entonces, ¿nos envenena la comida? En absoluto. El conocimiento actual científico y una mínima dosis de sensatez permiten que nos podamos tranquilizar totalmente. Hay que tener en cuenta las concentraciones y dosis para que esas sustancias sean perjudiciales. Así deberíamos comer varios cientos de kilos de zanahoria por día, o decenas de granos de pimienta o nuez moscada para que afectaran nuestra salud.